El velero navegó lentamente a través de la bahía bajo el brutal sol de verano, llevando a Bahá’u’lláh y Sus compañeros prisioneros hasta Akká. Era el 31 de agosto de 1868, hace 150 años.

Akka no tenía un muelle adecuado, por lo que el barco se detuvo en las aguas poco profundas fuera de la ciudad. Mientras los prisioneros caminaban en el agua hasta la “puerta de mar”, se encontraron con una multitud hostil que los abucheaba.

Bahá’u’lláh fue llevado desde la “puerta de mar”, a través de las estrechas y serpenteantes callejuelas de la ciudad, hasta el cuartel, utilizado en ese momento como prisión.

“La llegada de Bahá’u’lláh a ‘Akká marca el comienzo de la última fase de Su ministerio de cuarenta años, la etapa final, y asimismo el cenit del destierro en el que transcurrió la totalidad de aquel ministerio”.  Shoghi Effendi escribe en Dios Pasa, una historia del primer siglo de la Fe bahá’í. “El periodo de encarcelamiento en ‘Akká aparejó la fructificación de un proceso de lenta maduración, y fue un periodo durante el cual se recolectaron los frutos más escogidos de aquella misión”

Las horribles condiciones de la ciudad y el espantoso tratamiento que Bahá’u’lláh y Sus compañeros recibieron al llegar tenían la intención de señalar su inminente desaparición y el fin de la Causa de Bahá’u’lláh. Sin embargo, la descripción de Bahá’u’lláh de esa escena pinta completamente otra imagen: “A Nuestra llegada, se nos dio la bienvenida con banderas de luz, seguido de lo cual la Voz del Espíritu gritó diciendo: “Pronto todo los que moran en la tierra serán alistados bajos estas banderas”.

Sería desde su celda de la prisión en Akka que Bahá’u’lláh produciría algunos de Sus escritos más importantes. Entre estas se encontraban cartas dirigidas individualmente a varios reyes y gobernantes de su tiempo: el Papa Pío IX, Napoleón III, el Zar Alejandro II, la Reina Victoria y Nasiri’d-Din Shah. También fue en Akka donde más tarde reveló Su Libro Más Sagrado, el Kitab-i-Aqdas.

Bahá’u’lláh viviría los años restantes de su vida en la ciudad prisión y sus alrededores. Su lugar de descanso final en Bahji, a las afueras de la antigua ciudad de Akka, es el lugar más sagrado del mundo para los Bahá’ís.

Basado en la publicación de Bahá’í World News Service

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