Historias de ‘Abdu’l Bahá: el amor de un hijo

septiembre 16, 2021 Asamblea Nacional de los Bahá'ís Bolivia

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El Amor de un Hijo

Después de cuatro meses en la prisión en Teherán, Bahá’u’lláh fue exiliado a la ciudad de Bagdad en Iraq. Luego de un tiempo en esta ciudad, tomó la decisión de retirarse a las desoladas montañas de Sulaymaniyah en Kurdistan, en donde vivió por dos años consecutivos en extrema pobreza, pero en un estado de meditación y oración. Su hijo mayor, `Abdu’l-Bahá, tenía 10 años.

‘Abdu’l-Bahá, era un hijo muy apegado a Su Padre. Después de la partida de Bahá’u’lláh, ‘Abdul-Bahá se sintió muy triste y miserable. En algunas ocasiones se aislaba para llorar en silencio porque extrañaba a Su Padre.

‘Abdul-Bahá era un niño muy inusual, porque no dedicaba mucho tiempo a jugar ni a divertirse con otros niños. El prefería ocupar su tiempo estudiando y memorizando los escritos y las oraciones del Báb. Tampoco asistía a la escuela ni trataba de estudiar como lo hacían los otros niños. Le encantaba montar a caballo y con el transcurso del tiempo se volvió muy hábil en esa disciplina.

Después de dos años, Bahá´u’lláh regresó de su retiro de las montañas. Aquel día fue para ‘Abdul-Bahá un día maravilloso, y se encontraba extremadamente feliz porque Su Padre había regresado a la casa. Las personas se habían enterado que Bahá’u’lláh ya se encontraba en Bagdad, entonces, muchos comenzaron a buscarlo para que Él fuera su guía espiritual y pudieran aprender de sus enseñanzas.

Muchas personas buscaban ver y conversar con Bahá´u’lláh. Sin embargo, muchas de esas personas no llegaban con una intensión espiritual, solo hacían la fila por curiosidad y causaban problemas. ‘Abdul-Bahá, era consciente de que Su Padre deseaba compartir sus enseñanzas y que le gustaba estar con las personas que tenían una motivación de búsqueda espiritual.

Entonces, ‘Abdul-Bahá decidió proteger y cuidar a Su Padre de los intrusos y curiosos. Por lo tanto, realizó dos carteles, y colocó un cartel en su propia puerta colocó que decía lo siguiente: “Aquellos que vienen por información pueden ingresar por aquí, aquellos que sólo vienen por curiosidad mejor es que no entren”. El segundo cartel lo colocó en la puerta de Su Padre y decía lo siguiente: “Aquellos que buscan a Dios que vengan, que vengan, y que vengan”.

Posteriormente, ‘Abdul-Bahá anunció que él sería la primera persona encargada en conocer a las personas que deseen ver a su padre. Por lo tanto, si alguno era un verdadero buscador, entonces él les permitiría entrar a la casa y estar en presencia de su padre, pero, si no fuera así ‘Abdul-Bahá no permitiría el encuentro.

En la presente historia, podemos ver la relación entre padre e hijo y como el Hijo se preocupaba en darle a Su Padre una vida más tranquila, en protegerlo y cuidarlo. El cariño y el amor hacia los padres es muy especial e importante en la Fe Bahá’í y por eso compartimos la siguiente cita de Bahá´u’lláh.

Di: ¡Oh mi Pueblo! Mostrad honor a vuestros padres y rendidles homenaje. Eso hará que las bendiciones desciendan sobre vosotros desde las nubes de la generosidad de vuestro Señor, el Exaltado, el Grande.

Cuidaos, no sea que incurráis en lo que entristezca los corazones de vuestros padres y madres. Seguid el sendero de la Verdad, el que, ciertamente, es el sendero recto.” (Bahá’u’lláh, citado en Luces de Guía #768)

 

Historia adaptada del libro “Daily reflections and stories for Children. Book 2” por Munirih Hodge y Margo Styan.  Publicado por George Ronald Oxford

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